martes, 15 de septiembre de 2015

ATICO SIN ASCENSOR

CONVIVENCIA
Esta es una historia sencilla y romántica. Un atípico matrimonio mayor (Keaton y Freeman) busca un piso más adecuado a su próxima vejez, la de ellos y la de su perra. Pero llevan más de treinta años viviendo allí, en ese barrio, en Brooklin, y el piso forma parte de sus vidas y, por supuesto, está indisolublemente unido a sus recuerdos.
No hay nada amargo en la película, el director ha puesto mucho cuidado en ello. Se trata simplemente de recordar momentos,  de contar como eran y como son esas personas, y la relación que había y hay entre ellos. Sobran muchas veces las palabras (de eso ya se encarga su agente inmobiliario). Bastan las miradas, los pequeños gestos producto de una larga y feliz convivencia. Si el cine es una forma de mirar, este es un buen ejemplo, las miradas lo dicen todo. Para esto se necesitan  estupendos actores: lo bordan, hay química entre ellos. No hace falta más ni tampoco se pretendía.

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