martes, 19 de abril de 2016

THE LADY IN THE VAN

UNA ACTRIZ
Basándose en su experiencia personal, Alan Bennet trasladó a guión la obra de teatro que había escrito para narrar su atípica relación con la anciana que durante quince años había aparcado con su consentimiento, la furgoneta que le servía de vivienda en la entrada del garaje de su casa.
En el fondo, no hay mucho más.Tras una primera secuencia que muestra, pero no explica, el origen de la anomalía, ya no se sigue profundizando en los motivos de conciencia que llevaron a Miss Shepherd a aislarse del mundo, porqué eligió una furgoneta como su habitat, porqué dejó de tocar el piano o porqué le fascina el color amarillo. Tampoco hace mucha falta. Dejando a un lado la sutil interpretación que Alex Jennings hace de la homosexualidad de Bennet, la película, toda ella, es Maggie Smith,. Solo por verla, por oírla, por ver como mira o como se mueve, por atisbar los mínimos gestos que se abren paso entre las arrugas que la edad ha ido dejando en su rostro, vale la pena contemplar este espectáculo.

martes, 12 de abril de 2016

EL JUEZ

UNOS INTÉRPRETES Y POCO MÁS
Vulgar y atípica comedia francesa de ChristianVincent cuya anterior película, "La cocinera del presidente" resultaba claramente deleznable a pesar de la espléndida Katherine Frot. Aquí la cosa pinta algo mejor: un juez seco y quisquilloso, perdón Presidente de sala, en trance de un consentido e indiferente divorcio, encuentra un antiguo amor mientras esta forma parte del jurado de una causa por homicidio en el tribunal que preside.
Por lo demás, poco que aportar, ni diálogos ni situaciones. Todo se apoya en los actores; en la madura belleza y personalidad de Sidse Knudsen y en la poco atractiva sabiduría de Fabrice Luchini. A destacar la juventud y frescura de Eva Lallier como hija de Knudsen. Poca cosa, carente de emociones, aunque consigue no aburrir.

lunes, 4 de abril de 2016

NUESTRA HERMANA PEQUEÑA

INTEGRACIÓN
Tres hermanas viven solas en la gran casa familiar. En algún momento, catorce o quince años atrás, su padre abandonó el hogar para irse con otra mujer. Poco después su madre siguió el mismo camino. La hija mayor, Sachi, es la que ha asumido durante ese tiempo el papel de cabeza de familia. Al morir el padre, que vivía en una población cercana, las tres, a regañadientes, acuden al funeral, con el interrogante de saber que van a encontrarse con una hermanastra a la que no conocen. Atraídas por el encanto de Suzu, la recién conocida, y dándose cuenta de que la tercera mujer de su padre ya tiene un hijo de una relación anterior, Sachi invita a la pequeña a vivir con ellas.
Esa es la historia. Desde ese instante, el director, Hirokazu Kore-eda, nos lleva con un estilo próximo al del maestro Ozu, a compartir su vida. La cámara sigue persistente sus movimientos, sus actos, nos muestra como son, como rezan, lo que comen, mejor aún, como disfrutan de la comida, como se desenvuelven en sus trabajos o, en el caso de Suzu, en la escuela, y en como esta va formando parte de sus vidas. A través de tantos mínimos detalles, recogidos amorosamente, se nos van trasladando sentimientos y emociones, los hacemos nuestros, los compartimos.
Resulta, increíblemente, una película alegre, que transmite felicidad, la felicidad de unas vidas apacibles, en la que lo cotidiano, no exento de tragedias, refuerza los vínculos familiares, hace que sus protagonistas sean conscientes de la fortuna que poseen siendo simplemente ellas mismas; les hace apreciar su relación, su trabajo y extienden su amor a la recién llegada hasta completar su integración en sus vidas.
Está contada sin aspavientos, sin grandilocuencia, con difícil sencillez, como en un susurro, como si se tratara de un haiku prolongado. Retrato perfecto de unas vidas bien vividas y de unos personajes inseparables de las actrices que los interpretan.