lunes, 25 de julio de 2016

LA CLASE DE ESGRIMA

TOUCHÉ
Esta es una película sencilla, entrañable, sobre como sobrevivir en un mundo hostil (Estonia dominada por la Rusia estalinista) creando un entorno propio, limpio sin contaminar. Pero además, contiene momentos emotivos y, de forma casi constante, sabe reflejar en cada fotograma, el miedo de la situación, un miedo ante el que la única alternativa posible es hacerle frente. Es como si "El Club de los Poetas muertos" se desarrollara en un ámbito en el que lo que está en juego es la propia vida.
Se dirá que la puesta en escena de Klaus Häro es previsible y hay algo de verdad en ello, aunque quizá, el que esté basada en hechos reales puede atenuar la culpa. En todo caso, tiene algo que se echa mucho de menos en el cine actual: tiene frescura, lo que es importante, una frescura a la que contribuye la fisicidad de todos sus intérpretes y la calidad de una fotografía que recoge el sombrío panorama de la desolación.

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