Este es el Allen cosecha 2016 y tiene todos los ingredientes del autor. Una comedia con puntos dramáticos, añoranzas de los años treinta, cuando Hollywood era grande, un toque de amor por Nueva York, una familia judía de la época...pero además, un actor, Jesse Eisemberg, que es como el Allen de hace cuarenta años (y no el insoportable Owen Wilson), una actriz insospechadamente llena de encanto, Kristen Stewart, y otros como Steve Carrell y Blake Lively que dan lo mejor de sí mismos, al igual que todos los secundarios. Y, por si fuera poco, está Vittorio Storaro detrás de la cámara, que es casi como recuperar al gran Gordon Willis de sus mejores tiempos. Como siempre, los diálogos son brillantes y sirven a una historia de amor que no llegó a consumarse pero que debió hacerlo y, sobre todo, mucha nostalgia de algo pasado, no necesariamente mejor..
Todo está muy bien, infinitamente más atrayente de lo que uno está acostumbrado a ver, pero...falta la chispa que nos encandilaba, el toque mágico que arrebataba. Ese estado de gracia parece haber desaparecido. Quizá sea cuestión de años, los de Allen y los míos.
También yo echo en falta la chispa y el encanto de otras veces. En mi caso, no hace mucho creí detectar esa chispa y ese encanto en "Midnight in Paris", que me encandiló.
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