domingo, 8 de enero de 2017

FRANTZ

EN EL AMOR Y EN LA GUERRA
François Ozon retoma un viejo melodrama antibelicista de Lubitsch, "The Man I Killed", y nos lo devuelve envuelto en una preciosa imaginería en blanco y negro (80 %), con ocasionales irrupciones de color, sin que al espectador se le explique la razón de esos cambios de cromatismo.
La historia de este soldado francés de la GM I, cuyos sentimientos de culpabilidad le llevan a visitar la tumba y la casa familiar de un soldado alemán al que ha matado en el curso de una acción bélica, y acaba enamorándose de la prometida del muerto e integrándose en su familia, funciona muy bien durante las primeras tres cuartas partes de la película. Luego, las mentiras que sostienen toda la situación se confunden con la realidad, guión y dirección dudan que camino tomar, y se produce un cierto desdibujamiento de los personajes, una dispersión de las ideas, que acaba por desembocar en un final ininteligible. Inolvidable, por su sencillez, la interpretación de Paula Beer, doble víctima de la barbarie del conflicto.  

1 comentario:

  1. Es interesante eso de la "dispersión de las ideas", define bien al a veces brillante Ozon.

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