martes, 7 de marzo de 2017

EL VIAJANTE

DUREZA
Nada hay en esta nueva película de Farhadi que no sea la realidad pura y dura. Pero la realidad siempre duele. En el caso de esta agresión sexual, que se produce de forma casi accidental, no se nos ahorra nada, y todos los sentimientos que se expresan, vergüenza, humillación, venganza, incluso la constatación de un fracaso personal, están llevados a sus últimos extremos. No  precisa mostrar violencia de forma explícita, la angustia nos atenaza a medida que la trama se desarrolla. No existe amor sino orgullo herido, no hay perdón sino frustración y un permanente rencor. La víctima indirecta se convierte en verdugo, no solo del culpable sino también de toda la gente que le rodea. Serían como los daños colaterales de una guerra, solo que aquí son plenamente intencionados, con conciencia del mal que se causa. Nadie es inocente.
Quizá tanta dureza nos resulta casi insoportable: uno sale con el corazón encogido pero pensando que el ser humano, por imperfecto, se merece algo más de compasión.

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