domingo, 19 de noviembre de 2017

HACIA LA LUZ

MIRADAS
Con su habitual ritmo pausado, Naomí Kawase narra la historia de Misako - una muchacha escritora que partiendo de los guiones de películas, los transforma en descripciones para su locución durante la proyección a personas invidentes - y su relación con Nakamori, un fotógrafo maduro al que una enfermedad degenerativa de sus ojos está privando progresivamente de la vista. Hasta aquí todo es perfecto: las palabras se transforman en imágenes, las descripciones se transforman en bellos poemas, como una sucesión de haikus, y Nakamori, un buscador de la belleza a través  de sus fotos, acabará por aceptar su próxima ceguera y admitirá que por el amor, esa belleza ya no estará en su mirada, sino en las imágenes que provocan las descripciones de Michiko.
Pero algo falla. La obsesión de Kawase por las personas de edad anciana, le hace introducir una segunda historia como es la relación entre Michiko y su madre, enferma de Alzheimer, que irrumpe en la trama principal, rompe la continuidad del relato y que acaba por resultar un añadido que nos siembra  dudas sobre lo que quería contarnos realmente.

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