domingo, 13 de mayo de 2018

LA MUJER QUE SABÍA LEER

QUEDARSE CORTO
Un remoto pueblo en la Francia del siglo XIX. Un pueblo sin hombres, deportados por la represión de Napoleón III por sus simpatías republicanas. Unas mujeres solas,en la edad adecuada para conocer varón (en el sentido bíblico), ansiosas de hacerlo aunque para ello haya que compartirlo. Y llegada inesperada de un hombre que, inevitablemente, se transforma en objeto del deseo. El título original "Le semeur" (El semental) refleja mejor el conflicto que se plantea.
Esa es la historia, una buena idea de partida, que Marine Francen cuenta con reflexiva corrección no exenta de una cierta morosidad y una excesiva preocupación estética que la excelente y pictórica fotografía no hace más que acentuar. Todo es demasiado bonito, pero falta profundizar más en el conflicto íntimo de cada personaje y expresar mejor lo conflictivo de la situación. Quizá el error está en decantarse por un relato de amor imposible y olvidarse de la tensión que, inevitablemente, se crea en este grupo de mujeres. Coralmente bien interpretada, acaba por quedarse corta ante lo que podría haber sido y no llega a ser. (Me viene a la mente "El seductor" de Don Siegel con Clint Eastwood, una idea parecida, pero llevada al extremo en su resolución).

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