domingo, 7 de octubre de 2018

EL REINO

NO ES PARA TANTO
Desde hace ya algunos años, el cine español ha producido con un cierto éxito, películas de género negro o intriga. Buena muestra de ello fueron por ejemplo "La Isla mínima" o "No hay paz paras los malvados". Sin embargo, como si eso no fuera suficiente, se está cayendo en un cierto manierismo, en el uso de clichés estéticos, con el fin, es un suponer, de darles mayor empaque. "El Reino" es una buena muestra de esa tendencia.
Rodrigo Sorogoyen en la que es su tercera película, que trata de la corrupción en un partido político y en todas las instituciones sobre las que interviene, un tema de mucha actualidad, no desdeña el thriller, pero lo adorna con un lenguaje cinematográfico que roza el estilismo y logra desvirtuar la esencia del relato. El uso de cámara objetiva (aunque pretenda justificarse), de fondos desenfocados y el abuso del primer plano hasta llegar a frivolizarlo, junto con el extremo comportamiento del protagonista que cae en lo inverosímil, el excesivo metraje y un final con moral que se queda en nada porque evita lo importante que es el impacto social de las revelaciones del corrupto, contribuyen a degradar la narración.
Todo se tolera porque el producto entretiene, en términos generales el ritmo es el adecuado y los actores están a la altura de las circunstancias, pero uno se queda con un sabor un tanto amargo porque el barroquismo estropea lo hubiera podido ser una muy buena película.

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