Lindon B. Johnson es probablemente uno de los presidentes menos recordados de los Estados Unidos; su memoria está indisolublemente unida a como ascendió al poder y a las tristes circunstancias en que esta se produjo. No obstante, fue un gran político y llevó a cabo muchas de las cosas que JFK no pudo o no tuvo tiempo de hacer.
Esta es la historia que narra Rob Reiner. Ese periodo de tiempo en que este hombre, tejano, chabacano y carente de carisma, ejerció el poder y como, aun en contra de sus propias convicciones, ejecutó el legado del difunto presidente. Quizá falta brío en este retrato de un político, aparentemente gris, pero que sabía manejarse en Washington, tanto en el senado como en la cámara de Representantes, para lograr sus objetivos. No hay épica sino astucia, no hay brillo pero sí capacidad de decisión.Así fue, así se nos cuenta. El resultado es el fiel retrato de una época de la historia, muy bien recreada e interpretada en todos sus personajes, pero, al mismo tiempo, no exenta de añoranza de que los tiempos de Camelot habían llegado a su fin.
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