sábado, 18 de abril de 2015

AGUAS TRANQUILAS

INCOMPRENSION
Salgo de ver esta película japonesa un tanto confuso. Tengo la sensación de que en algún momento me he ido de ella, que me he perdido. Me la han querido vender como el descubrimiento por unos adolescentes, un chico y una chica, de los ciclos de la vida, el amor, la muerte, la vejez, en una relación paralela con una naturaleza a veces hostil, a veces serena. Todo ello en contraste constante entre tradición y modernidad.
Pero son demasiadas historias. El chico es un personaje tarado por la separación de sus padres, lleno de miedos y fobias. La chica, en cambio, disfruta del amor de su entorno familiar, y aunque su madre se está muriendo  (sus creencias hacen que ese trance se nos presente como una muestra más de la felicidad con que se ha desarrollado su vida), es el personaje fuerte, el que toma las decisiones, o, mejor dicho, el que sabe decidir. Pero quedan muchas cosas si explicar, símbolos que escapan a nuestra comprensión. ¿Por qué la chica se baña vestida?¿Hay relación entre los tatuajes del cadáver encontrado flotando con el padre?¿La actitud del muchacho es anterior o consecuencia de ese hallazgo?
Al final, un final supuestamente feliz, no sé muy bien lo que  han querido contarme. Si miro secuencia a secuencia, aprecio una extraordinaria belleza, pero considerándola como un todo, pensando en lo que debería ser el tema central, se me escapa, no me llega a emocionar, como si me hubieran contado la historia de un modo distante, como si se tratara de un mundo próximo a la directora pero demasiado alejado de mí como espectador.

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