lunes, 13 de abril de 2015

LA DAMA DE ROJO

UNA ACTRIZ
Esta sería una película muy corriente. Tiene un guión medianamente pasable con unos cuantos agujeros, una más que correcta ambientación, buena fotografía y una dirección aseada, sin más. Trata de la lucha judicial de una persona por recuperar del gobierno austriaco unos cuadros de Klimt, incautados por los nazis, que le corresponden por herencia, entre ellos el famoso retrato de Adele Bloch-Bauer, que pone el título a la película. El resto importa poco o ha sido tratado con descuido, como las relaciónes entre el abogado (Ryan Reynolds) y su mujer (Katie Holmes) o la actitud de los otros bufetes que parecen moverse solo por el dinero sin importarles la causa que defienden o el extraño personaje representado por Daniel Brühl al que no acabamos de conocer.
Pero hay algo distinto: la persona que lucha por recuperar los cuadros, Maria Altmann, está interpretada por Helen Mirren y la película gira en torno a ella; el placer de verla en la pantalla eclipsa todo lo demás. Pocas veces he visto una interpretación tan ajustada que ponga tanto de relieve las calidades más profundas de lo que significa actuar en cine. Sin histrionismos, con la mirada, con gestos casi imperceptibles, con un portentoso dominio del lenguaje corporal, uno se pasa el tiempo esperando sus apariciones, porque cuando lo hace (y hay que decir que está casi siempre presente), aparece la vida, y es que ella es la vida de la película y lo que justifica verla.

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