De una comedia francesa con ese título (en el original "Le gout des marveilles", el gusto por las maravillas), todo lo que se puede esperar es previsible. Quizá lo que más sorprende es lo inverosímil del relato, al menos en su versión cinematográfica, porque la relación de esa granjera viuda con dos hijos que lucha por sacar adelante su medio de vida con ese personaje medio autista, genio de los números, no acaba de cuajar. Sobran bonitas fotos de Provenza y sus cielos, con sus correspondientes nubes, y mucho esteticismo preciosista.
Por lo de demás es amable, grata de ver, sin particulares emociones. A destacar la maravillosa belleza madura de Virginie Efira y el buen hacer de los otros actores. Algo es algo aunque es bien poco.
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