domingo, 18 de junio de 2017

PARIS PUEDE ESPERAR

ELEANOR NO ES FRANCIS FORD NI TAMPOCO SOFÍA
Por culpa de una otitis, la mujer de un famoso productor cinematográfico (Alec Baldwin), se ve obligada a aceptar que uno de los socios de su marido la lleve a París desde Cannes en su coche. Lo que podría ser una "road moovie" en la que alguno o ambos protagonistas descubrieran su auténtico interior o entablaran una relación que diera un nuevo sentido a sus vidas, se transforma en una hortera excursión turística y gastronómica carente totalmente de interés. A los diez minutos de película, uno siente profundos deseos de matar al acompañante francés (Vincent Audiard) y rescatar a la pobre Diane Lane de las garras de semejante estúpido. Hay escenas de relleno y otras que suscitan vergüenza ajena. 
Eleanor Coppola, fabricante de este engendro, quizá se haya divertido rodándolo o disfrutado de buenas comidas de cocina francesa tradicional (nada de nouvelle cuisine), pero el cine es otra cosa. Solo se soporta la madura belleza de Lane y unos bonitos paisajes. No hay más.

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